¿Podemos
acaso burlarnos de la muerte y más aún del asesinato de los dibujantes y
caricaturistas de la revista Charlie Hebdo?
Tal vez sólo la pregunta que plantee la posibilidad de la burla
nos da asco. Pero incluso la burla sobre cualquier ser humano también es
repugnante. Entonces, si acordamos en este punto, deberíamos preguntarnos: ¿por qué defendemos la libertad de
expresión y condenamos la expresión que se burle sobre la muerte de los
atentados cualquiera sea?