extraída de OB (UCV) |
El ser humano,
político y argentino, se nos presenta como una paradoja. Por ejemplo, las
políticas que se presentan como salud reproductiva tienen como fin promover los
métodos anticonceptivos. Otro aspecto de la paradoja, humana y argentina, puede
evidenciarse en las políticas de salud pública. Mientras exigimos una ley para
la fecundación artificial y gestación de un embrión humano también exigimos una
ley para abortar la gestación. En el primer caso para exigir los derechos y que
las obras sociales solventen los gastos acudimos a “los derechos del niño por
nacer”. En cambio en el segundo caso no reconocemos que se quien se gesta un ser humano y por lo tanto no se le
reconoce ningún derecho. Cómo hemos llegado a tan irreconciliable
contraposición. No te propongo una respuesta sino una aproximación
El hombre, de
entre todos los seres vivos, es el único que controla la cantidad de
nacimientos de su especie. Las demás especies tienen al ser humano para que los
mantenga a raya. La denominada especie, (entiéndase los seres humanos sin
importar su inclinación sexual) de cultura hegemónica y global, busca mediante
la ciencia y la tecnología controlar la tasa de natalidad. De entre las razones
esgrimidas esbozamos las siguientes: el incremento poblacional
(superpoblación), las enfermedades de transmisión sexual y el no deseo de
maternidad.
Durante los
ochenta el slogan era “el incremento super-poblacional no será directamente proporcional al
incremento alimenticio”. Existía, o mejor, existe una idea: el no control de la
natalidad desencadenará el fin de la raza humana. Suena exagerado. Sin embargo,
China el país que se tomó en serio el
eminente peligro decidió promulgar la “ley del hijo único”. En pocas palabras
si el primer hijo era mujer había que abortarlo. Si se quería tener un segundo
hijo y este era mujer entonces debías pagar un impuesto. (La ley fue derogada
hace poco tiempo).
A su vez, se
acentuó la problemática de enfermedades de transmisión sexual. En los 70 el
Síndrome de Inmuno Deficiencia Adquirida hacía su aparición. Grandes campañas
para el llamado “sexo seguro”. Evitar embarazos no deseados y prevenir el
contagio de esas enfermedades. Tanto uno como otro fueron ligados con altos
niveles de “embarazo adolescente”. Conllevó la inteligente conclusión de que la
“cura” estaba en una educación sexual. Así desde los 80 para acá, y bajo el
amparo de políticas neoliberales, se trazó una campaña que desembocó en la “ley
nacional de educación sexual integral”. Tal ley trae aparejado el problema
sobre la potestad de educación sobre los menores. Bajo la denominada ley la
potestad recae en el Estado y ya no en los padres – progenitores y/o tutores.
Pero esto es tela para cortar en otro momento.
Hoy la demanda
exige “aborto legal, seguro y gratuito”. A diferencia de los problemas
mencionados, la actual demanda no tiene como objeto la preservación de la raza
humana sino el rescatar a las mujeres de la clandestinidad, de la muerte y del
peso cultural de tener que ser madre aún sin desearlo. Cabría discurrir en la
paradoja de reconocer derechos a un ser humano. La discusión termina siendo que
el deseo de maternidad hace del embrión humano en gestación un “niño por
nacer”, mientras que el no deseo de maternidad hace del embrión con idéntico
ADN al niño por nacer un objeto sin voz, ni voto, ni derechos.
Semejante
confusión solo persigue un fin. La ignorancia. Fortalecer la ignorancia de los
ciudadanos, defender el argumento que mejor represente los intereses económicos
de un grupo limitado, neoliberal y que poco le importa la dignidad humana.
Pasemos en limpio
la paradoja, humana y argentina, que habíamos introducido. En todos los casos la
preservación de la especie humana no solo es una decisión enmarcada en una
vocación paternal-maternal. La potestad de determinar la cantidad de seres
humanos se la han adjudicado los gobiernos y quienes lo financian. La cantidad
de seres humanos ha dejado de ser una decisión íntima de la familia que decide
por su propia posteridad para transformarse en una variable únicamente
económica.
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