La “M” no es para imitar aquellos que quieren abreviar el mes con su inicial. Quiero resaltar no sólo el mes sino la Memoria. Nací en el 78 y no he vivido directamente la herida profunda de un desaparecido en la familia. Sin embargo, algunos de mis familiares fueron presos, amigos de mis padres fueron torturados, algunos vivieron con nombres falsos, otros sienten, aún hoy, alguien que los persigue.
“Nunca Más”; “Ni olvido, ni perdón”.
Dos lemas que
signaron los últimos años de la democracia. Se intenta, a mi entender, pedir al
Estado que no se viva nunca más tal tortura, terror y ausencia de la justicia.
Nunca más desaparecidos, pero también nunca más torturados, asesinados, robos
de niños, robo de la historia de esos niños; nunca más un estado que atenta
contra la dignidad humana.
Por su parte, “ni
olvido, ni perdón” no sólo representa la exigencia de una justicia que busque y
condene a los responsables de aquellas atrocidades. Podemos ver allí una sociedad que conoce los innumerables
casos que quedaron perdidos en la burocracia y en la ineficiencia del poder
judicial. Recordemos en años más recientes el famoso “no se olviden de
Cabeza”, el fotógrafo asesinado brutalmente. Un caso que concluye con el
suicidio del sospechoso principal. Nombro este pero podemos mencionar a Julio
López, Mariano Ferreira; el maestro Fuentealba. La lista podría ampliarse con
mucha facilidad.
Cipolletti no está lejos del olvido y de la
repetición de lo que no queremos. Nos baste recordar los triples crímenes,
José Maciel: empleado municipal, muerto al explotarle una bomba. Traiga Ud, estimado lector a su memoria los nombres que no he
mencionado. Crímenes que van borrando el burdo lema de “Cipolletti, ciudad para
vivir”. La sensación, el clima o como quieran llamarlo es que el poder judicial no ha respondido en la medida en que la justicia, la verdad y la paz
social lo requieren.
Reflexiono.
La herida de la injusticia no ha sido
curada. La herida del sufrimiento de los inocentes sigue sangrando en
nuestra sociedad, argentina y cipoleña. Heridas
que alimentan la desconfianza, el miedo y sobre todo la pérdida de toda
esperanza. Aquí todos los ciudadanos tenemos gran responsabilidad. Revisar
nuestra memoria, allí hay esperanza, sobre todo en la memoria que nos dice quiénes somos y hacia dónde vamos.
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